un día cualquiera
Se levanta el telón negro de la tristeza, de la melancolia sin remordimientos que me invadió tras las fiestas decembrinas lejos de mí todo, hoy inicio uno más de tantos ciclos prefabricados arbitrariamente por mi corazón rojo y tostadito, para suplir ,con algún suspiro capturado al azar en un paseo por Bertolds Brunnen, las calidas y suaves manos de mi madre...
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A veces escribir una sola línea basta para salvar el corazón del escritor...