Lo que se pierde...lo que se gana
Siempre después de un proceso, se tienen que poner las cosas en la balanza, hacer recuento y aunque uno haya cifrado muchas expectativas en esta nueva empresa, desde luego se pierden algunas cosas que forman parte integral de uno como persona.
Después de saber que me iba a estudiar al extranjero por tiempo indefinido (debo aclarar que aunque mi beca dice 3 años; uno nunca sabe), subí a mi cuarto y sin que nadie se diera cuenta empecé a llorar, por mi hermana, por mi madre, por mi familia, por mis amigos, por mi barrio, por las cascaritas de los sabados, por las tortas de bistec, por las quesadillas, por el himno nacional, por la carretera a Cuernavaca, por el chocolate calientito de las mañanas, por la música, por el olor y sabor de las tortillas, por la luna de Octubre y la de Marzo, por el sol de Febrero, por mi perro, por todas aquellas cosas simples y sencillas que en un día normal pasan desapercibidas pero en la lejanía suelen hacer tanta falta.
Aunque ese llanto no fue de tragedia sino de alegria, lo que se gana es mucho sin duda, un doctorado en el extranjero bien vale la pena, ademas de conocer otro país, aprender otro idioma, hacer nuevos amigos, viajar por nuevas carreteras, subir montañas, nadar en rios mas frios, conocer el mundo, etc. Mis amigos y familia siempre estarán ahí... siempre en mi alma.
En las fotos: Izquierda (después de una carne asada con mis mejores amigos y sus retoños), derecha (con algunos de mis primos en la cena de navidad).
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