Der Anfänger III
Finalmente el sol se acordó de Freiburg. La primavera comienza su camino hacia el sur de Alemania, no es tiempo de cantar victoria pero si de darse el lujo de salir a correr, volver a inflar las llantas de la bicicleta, guardada por un tiempo en el sótano y pues ponerse algo más ligero al salir de casa.
Sin embargo, existe una calle de mi barrio llamada Uhlandstraße que se ha ganado el titulo de la calle del invierno. No importa cuanto sol haya, no importa cuantos grados centígrados marque el termómetro esta calle siempre esta bajo cero, al pasar por ahí te congelas, es como una zona de esas raras tipo triángulo de las Bermudas o el mar muerto. Puede ser cuestión de ángulos solares o alguna otra cosa más científica pero todos los días ese es mi camino de ida al instituto.
Pero me he encontrado gente realmente extrema que toma este camino para ir y regresar. Porque? La ciudad te ofrece la posibilidad de variar tu destino y tomar cada vez que quieras una ruta diferente para llegar a donde vayas. Quizá esta reflexión valga para la vida misma, porque si hay algo que nos molesta, porque no simplemente tomar otro camino y dejar de sufrir las ondas gélidas que me congelan las orejas y las manos…
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A veces escribir una sola línea basta para salvar el corazón del escritor...