Bern

A tan solo dos horas y algo de Freiburg, después de cruzar la frontera Suiza con revisión de pasaportes incluida, y de enfrentar toda la furia de Tlaloc en la carretera (una lluvia tenaz que no dejaba ver en el parabrisas), llegamos a la capital Helvetica (Berna). La ciudad en donde Albert Einstein desarrolló varios de sus inventos y en donde nació su primer hijo. Una ciudad resplandeciente y fresca, con su río Aare color azul turquesa, sus banderolas, sus osos, su peruano tocando música tradicional en la calle, sus Alpes nevados en plena primavera,  sus esculturas en la calle, sus sótanos restaurantes, sus pájaros que no le temen a la gente, sus fuentes limpísimas, su ciudad en forma de U delimitada por la corriente del río, su ambiente relajado y su gente hablando ese alemán suizo que suena tan divertido. Esta vez como siempre que vengo a Suiza, llueve, aunque esta vez fue breve y solo cuando estaba al interior de algún edificio. Esta vez con todo y lluvia, falta de estacionamiento reglamentario, de pagar dos francos por ir al baño, nos gustó descubrir esta ciudad.
 
 

 

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