Copenhagen


Esta vez no leí el mapa, no hice un plan logístico que implicara los lugares, tiempos y estaciones precisas a seguir para llegar al hotel. Salí del avión y me acerqué al metro, compré un boleto y me bajé en lo que creí que era la estación central. Y como diría Adal Ramones: “pues no es cierto”, bueno no estuvo tan mal, soló me pasé dos estaciones, pero preguntando se llega a Roma y después del desajuste momentáneo, y perderme por un rato encontré la dichosa calle Istedgade. Allí se encuentra la estación central de trenes, un edificio grande, muy alto, hecho de algo como ladrillos pequeños de varios colores que parecen escogidos al azar (negro, amarillo, rojo, café, y se repiten otra vez) asemejando a un castillo, exacto, de hecho es un castillo de un cuento de Hans Christian Andersen. Por la parte principal (de la fachada) está la ciudad y todas sus atracciones turísticas "buenas", su parque de diversiones Tivoli que no descansa nunca, sus parques con lago incluido, su calle de compras Stroget donde además de las tiendas puedes ver gratis  pasarelas de chicas que se visten como modelos sólo para ir por el pan, más allá; en el muelle están la ópera, el kastellet y Den Lille Havfrue, mejor conocida como la sirenita (misma que anda  de intercambio en China). Si cruzas la estación de un lado a otro, sales a la calle de mi hotel en donde también hay algunas "atracciones turísticas", la zona roja de la ciudad, negros que intentan venderte droga y prostitutas que dan miedo. Así en los cuentos de Andersen, siempre hay un patito feo, también lo hay en cualquier ciudad. 
Después de recorrer casi cada calle montado en una bicicleta, haciendo las escalas necesarias para darme el tiempo básico de apreciar lo máximo, quedé sorprendido de la arquitectura minimalista y el ambiente que se respira en esta políglota capital. 
  


Atardecer
Cambio de guardia

Conferencia en el congreso
Las chicas

Conjunto habitacional
Puerto



   








Detalles extra: 

Estando en un bar, con un tipo cantando con su guitarra, dos parejas se levantaron espontáneamente a bailar, ignoro si habían bebido o estaban en su juicio. La gente sonríe en las calles cuando tú les sonríes. Las mujeres son muy guapas, combinaciones genéticas muy interesantes, ojos de varios colores e intensidades, buenas piernas gracias a la bicicleta. Todo el mundo habla inglés. Mientras daba un paseo en bote, unos chicos esperaron el momento preciso y se lanzaron en panzazo para echar la mayor cantidad de agua posible a los turistas que viajábamos en el lado derecho del bote. Las calles para la bici son muy grandes y separadas de la banqueta. Una nueva señal para indicar alto cuando conduces la bici es simplemente levantar el brazo. El servicio es más importante que la puntualidad, los choferes de los autobuses paran en lugares no asignados y te explican como ir. Dos veces me trataron de engañar con el viejo truco de "me robaron mi tarjeta de crédito, me regalas una lana para mi tren?". El congreso ofreció mucha información nueva, cafe ad libitum y la presentación de mi poster misma que estuvo bastante concurrida, y sirvió para iniciar algunas colaboraciones con otros dos laboratorios.  El clima: espectacular.

Comentarios

  1. Olá Julian! Foi bom ver-te no IUPHAR. Partilhamos da mesma opinião de Copenhaga. Um abraço. Eduardo

    ResponderEliminar
  2. Gracias Edu, pues espero visitarte pronto en Porto. Saludos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

A veces escribir una sola línea basta para salvar el corazón del escritor...