MiEdO
Crecí en un mundo de duendes, fantasmas y demonios de toda clase, recuerdo a mi abuela haciendo limpias a los vecinos con un manojo de una mezcla de varias hierbas y huevos que rompía en un vaso con agua para exorcizar a los espíritus chocarreros, también de la chica que vivía a dos cuadras que se volvió loca por jugar a la ouija. Y que decir de la imaginación desbordante de mi tío Mauricio que exageraba tanto que estoy seguro que el mismo creía sus historias. Al ser parte de esta histeria colectiva familiar yo también me invente mi propio fantasma y juré a mi madre y a la maestra que lo había visto y que no por eso no podía ir a la escuela jamas. Nada que dos nalgadas bien puestas y un jalón de patillas no arreglaran. Sin embargo, jamas tuve miedo a estas cosas porque viví con ellas.
Cuando fui creciendo, descubrí al miedo como mecanismo de supervivencia y de defensa, así como todo el mundo lo hace. Empecé por temerle al cinturón de mi padre y al manotazo rápido y sagaz de mi madre. Luego, se puede decir que vino mi miedo a los ruidos. Primero ese ruidito del taladro del dentista, a la música sacra (de esa que ponen en las iglesias con dinero), al clásico grito del ropavejero, después cuando levantabas el teléfono y nadie hablaba...conforme vas creciendo tus miedos van cambiando o igual aparecen unos nuevos; el miedo a los lunes sin haber hecho la tarea, al típico perro de la calle o a los suegros.
Cuando fui creciendo, descubrí al miedo como mecanismo de supervivencia y de defensa, así como todo el mundo lo hace. Empecé por temerle al cinturón de mi padre y al manotazo rápido y sagaz de mi madre. Luego, se puede decir que vino mi miedo a los ruidos. Primero ese ruidito del taladro del dentista, a la música sacra (de esa que ponen en las iglesias con dinero), al clásico grito del ropavejero, después cuando levantabas el teléfono y nadie hablaba...conforme vas creciendo tus miedos van cambiando o igual aparecen unos nuevos; el miedo a los lunes sin haber hecho la tarea, al típico perro de la calle o a los suegros.
Pero la pregunta es: ¿qué pasa en nuestro cerebro cuando tenemos miedo? Se sabe que el sistema límbico controla esta función emocional pero yo creo que en los mexicanos hay otros sitios anatómicos que regulan esta emoción. Vivimos en el miedo constante, diario hay noticias que no voy a repetir aquí, pero que nos "acostumbran" a sentir miedo. Luego, ¿este mecanismo de defensa perderá sensibilidad y llevaremos nuestros limites a espacios inimaginables? ¿Quien se asusta ahora con la llorona o los fantasmas? ¿quien se asusta cuando asesinan a mas de 50 personas al día? ¿A donde esta nuestro limite? ¿A quien le interesa que tengamos miedo?
Exacto.. quien se asusta hoy con la llorona? ya no.. ese realismo magico q caracterizo nuestra infancia.. hoy desaparece.. desaparece tristemente como consecuencia de esta violencia desmedida.
ResponderEliminarY me dan ganas de llorar.... y miedo.. miedo al ver como mi pais se mengua y desangra... una creciente impotencia de no poder hacer nada.. solo ser un espectador mientras gasto mis euros en ese nuevo modelito de aparador en galeria.
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