Vida palaciega

Hace ya algunos años el Duque Luitpold de Baviera luego de haber viajado por medio mundo y rozarse con la realeza de la época decidió iniciar la construcción de su propio castillo para deleitar a sus amigos y descendientes. Su  amigo, el pintor Friedrich Attenhuber, habría de encargarse de ayudar con la decoración del mismo. Y así comenzó la construcción, tomando ideas vistas en otros lugares, detalles de uno y algunas particularidades de otro. La idea fue tan fuerte hasta el grado convertirse en una obsesión. Y quien no se volvería loco con vivir en su propio castillo? 

Después de muchos contratiempos por fin el castillo quedó terminado aunque lamentablemente el Duque nunca pudo vivir en el. Hoy tuve la oportunidad de vivir en este castillo durante tres días y experimentar un poco la vida palaciega. 

Sin descendencia, antes de morir el buen Duque donó la obra (aun sin concluir) a la Sociedad Max Planck, misma que finalizó su sueño y terminó de construir el castillo y ahora lo usa para eventos científicos. Ringberg queda en el corazón de los Alpes de Baviera en lo alto de una montaña llena de pinos desde donde se tiene una vista maravillosa (no apta para cardíacos) del lago Tegernsee.  Se respira un aire puro, a bosque. El agua es totalmente cristalina. Dentro del lugar las salas son enormes, el piso de madera fina y las paredes de mármol adornadas con los cuadros de Attenhuber. Aquí estamos hospedados 64 científicos, uno de ellos (el nuevo Director) tiene la habitación que debió pertenecer al Duque. Los otros, nada mal, estamos en habitaciones de varios tamaños y estilos, atendidos perfectamente por el personal que nos alimenta estilo hotel 5 estrellas. Esto es, sin duda, Ciencia Real...









Comentarios