Curso de idioma
Así, temblando y con sus ojos desorbitados lo primero que ella gritó fue - Julián me dijo que la única solución era que me comiera la mano...
Integración
Ana era una chica alegre y buena bailadora. Le gustaba conversar y como muchos de nosotros había venido a Alemania para cumplir sus sueños y estudiar un postgrado. El programa de intercambio por el cual veníamos nos pagaba un curso intensivo del idioma, eso significaba 5 horas diarias de clases más algunas horas por la tarde de tareas, no siempre terminadas. Aquellos para los que aprender el idioma era un "deber" para ingresar a su postgrado experimentaban una presión enorme. Estudiar más de 8 horas diarias de alemán y absorber todos sus nutrientes con sus declinaciones y sus artículos, es muy complicado. Afortunadamente para otros (como yo) no era un requisito; con saber inglés era suficiente. El curso para mí era solo una ayuda para integrarme más rápido al país.
Balbuceos
No tarde mucho en encontrar un grupo de amigos, afines a mí porque hablaban español como lengua materna y por consiguiente compartíamos algunas costumbres. Viviamos en una residencia para estudiantes, esto es; un pequeño cuarto propio mientras que baño y cocina compartidos. Muchas veces cocinábamos juntos, salíamos a tomar algo o realizábamos alguna excursión corta. En una de esas salidas noté que Ana tenia los dedos de las manos a la orilla de las uñas severamente mordisqueados y le pregunte si todo estaba bien. Ella titubeo al responder y yo como un chiste le dije que tuve una vez un amigo que de tanto comerse las uñas un día se comió la mano, reímos y seguimos el viaje.
Ana era una chica alegre y buena bailadora. Le gustaba conversar y como muchos de nosotros había venido a Alemania para cumplir sus sueños y estudiar un postgrado. El programa de intercambio por el cual veníamos nos pagaba un curso intensivo del idioma, eso significaba 5 horas diarias de clases más algunas horas por la tarde de tareas, no siempre terminadas. Aquellos para los que aprender el idioma era un "deber" para ingresar a su postgrado experimentaban una presión enorme. Estudiar más de 8 horas diarias de alemán y absorber todos sus nutrientes con sus declinaciones y sus artículos, es muy complicado. Afortunadamente para otros (como yo) no era un requisito; con saber inglés era suficiente. El curso para mí era solo una ayuda para integrarme más rápido al país.
Balbuceos
No tarde mucho en encontrar un grupo de amigos, afines a mí porque hablaban español como lengua materna y por consiguiente compartíamos algunas costumbres. Viviamos en una residencia para estudiantes, esto es; un pequeño cuarto propio mientras que baño y cocina compartidos. Muchas veces cocinábamos juntos, salíamos a tomar algo o realizábamos alguna excursión corta. En una de esas salidas noté que Ana tenia los dedos de las manos a la orilla de las uñas severamente mordisqueados y le pregunte si todo estaba bien. Ella titubeo al responder y yo como un chiste le dije que tuve una vez un amigo que de tanto comerse las uñas un día se comió la mano, reímos y seguimos el viaje.
Un día mientras desayunaba con otro amigo, ella entro de súbito al comedor con los ojos enrojecidos, totalmente despeinada y con una enorme desesperación en el rostro. Nos dijo que ya no aguantaba más, desde hacia varios días que no podía dormir. Nosotros no entendimos el motivo de su insomnio, al menos no en ese momento. Le pedimos que se calmara y que fuera a ver a un médico después de clases. El problema en cierta forma es que tan solo la idea de ir al doctor le generaba angustia. Ella no hablaba inglés y literalmente balbuceaba el alemán. Un amiga fue con ella, el especialista le hizo un chequeo completo y dijo que todo estaba normal, que solo era el estrés. Ana probó algunas infusiones, todas legales, para relajarse. Pasaron los días y al parecer todo volvió a la normalidad pero no sabíamos que Ana seguía sin dormir, quizá solo dormitaba algunos minutos cada noche pero sin descanso profundo.
Voces
Un viernes después de cenar decidimos mirar una película, todos menos Ana que en lo único que pensaba era en dormir. Alguien le sugirió que pusiera sabanas limpias o que durmiera en otro lado para intentar conciliar el sueño. Al decir esto, todos me miraron y así supe que esa noche tendría que ceder mi habitación para ella. Yo dormiría arriba con Sebastian en donde íbamos a mirar la peli.
Había pasado tan solo una hora de peli cuando golpearon la puerta muy fuerte. Era Ana en un estado de shock. Nos dijo textualmente que escuchó voces que le decían que se matara; todos sudamos frío. Ana en ese momento, te miraba pero no te veía Su mente estaba en otro lado. De nuevo todos me buscaron con la mirada y me pidieron que le diera algún medicamento, sabedores que soy farmacéutico. Sin dudarlo, les dije que teníamos que ir a un hospital antes que esto se saliera de control. Como extranjeros, no teníamos ninguna idea a donde ir, ni en donde estaba un hospital así que le pedimos ayuda a un tipo que vivía ahí. Fuimos con un taxi (eran las 11:39 pm) a un medico de guardia en una clínica, revisó a Ana que lentamente recobraba su lucidez. Hace unos minutos no me reconoció cuando le intente poner sus zapatos. Le recetó media tableta de diazepam y la mandó a casa. Desesperados, no hicimos caso y le dimos una tableta entera.
Grito
Esta vez, de vuelta en casa Ana se quedó con una amiga para que la cuidará mientras dormía gracias a los efectos del sedante. Todos confiados fuimos a nuestros cuartos con la esperanza de que amaneciera pronto. Quité las sabanas y al intentar colocar unas nuevas me dí cuenta que bajo la cama había un plato con agua. Puse música leve, encendí todas las luces y me quedé dormido.
El timbre de mi teléfono me despertó de golpe. Mire el reloj y eran las 3 am, una voz me dijo: Julián puedes venir urgentemente? Ana esta muy mal... puse pantalón y zapatos y bajé volando sobre las escaleras con adrenalina corriendo por todo mi cuerpo. Ahí las encontré a las dos tiradas en el piso, había sangre en el brazo de Ana, y Rebeca lo sujetaba fuertemente. Le pedí a mi amiga que fuera por ayuda mientras yo cuidaba de Ana que seguía en una especie de sopor como si estuviera poseída. Ana tenía cortado el puño, yo la sujetaba pero ella parecía tener mas fuerza, así que comencé a hablarle por su nombre para tratar de tranquilizarla y le dije que todo se iba a solucionar, y le preguntaba que si tenía hambre o cosas por el estilo, ella me respondió que yo le había dicho que la única solución era que se comiera la mano. En su delirio había mezclado el chiste de aquel entonces con su herida actual. Me preguntaba si se había mordido ella sola o como se había lastimado. Rebeca regresó y me contó que Ana despertó de un salto, tomó un tenedor (que estaba sobre la mesa) y se comenzó a herir ella sola. Allí fue cuando ella se despertó y me llamó.
Silencio
La ambulancia llegó en unos 10 minutos que se me hicieron eternos. Ana, que seguía en trance intermitente, olía un poco raro, algo que no puedo describir pero que he olido antes en algún hospital. Estuvo casi un mes dentro de la unidad psiquiátrica. Sin un idioma en común sus consultas medicas eran terribles, a veces nosotros teníamos que hacer de traductores. La visitábamos casi diario y cuando los médicos nos dejaban a solas Ana nos confesaba seguir oyendo voces que le decían que se matara.
La directora del instituto donde estudiábamos consiguió que un familiar de Ana viniera desde su país por ella, después de muchos estudios los especialistas no lograron encontrar nada anormal en Ana pero era claro que no podría continuar más con su sueño. Debo confesar que espere intencionalmente antes de escribir esta historia por respeto, más también formó parte de mi vida y por lo tanto la comparto ahora. No todo es sencillo cuando vas a estudiar a Europa...
Los nombres de esta historia han sido cambiados deliberadamente para no afectar a terceros.
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